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Mostrando entradas de septiembre, 2022

MUJER, VIDA Y LIBERTAD

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  Lo decía Gilda cuando, desnudo en alto su brazo, no por nudo sino por elevado, engulló la hostia del siglo: "Echadle la culpa a Mame". La mujer, siempre culpable a decir de los patriarcas; el pueblo o calla o aplaude. Si tu economía se hunde y no tienes aliados, castiga a tu esposa; ella no sabrá por qué mas tomarás el control de tu pobre mundo infame. Si otros alfa te critican por infractor de derechos, de la belleza de tu hembra saca orgulloso pecho y cela su faz bajo velo negro solo para tu disfrute, ingenuo. La mujer, siempre culpable a decir de los patriarcas; el pueblo o calla o aplaude. Si sube el paro, féminas para casa; si estalla una guerra, siempre por su causa: léase Troya y Elena. Si un sutil rizo escapa de su pañuelo ceñido, esa rebeldía ondulada, pues bien lo habías advertido, devendrá en muerte de piedra por inclinar cetros al abismo o penes a su declive, el motivo es siempre el mismo. En Oriente u Occidente soplan mortales vientos, azotan casas o calles en ...

Morroño de otoño

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  El morroño de otoño que buscare matrimoño  entre verdes madroños, jamás hallare  coño pechoño o de abrotoño que lo quisiere: ni aún prometiendo retoño, o encaramado al estadoño, menos en profundo trasoño... Y ello por gazmoño,  por roño  y por ñoño. Muera así el gato carroño de un venenoso emponzoño y callen sus mil caloños por soñar fatuos encoños. Del viejo, hasta el moño: que deje paso al bisoño. *Morroño: gato "pechoño: santurrón "abrotoño: brote verde "carroño: podrido "caloño: calumnia

FAJA DE ENTROPÍA

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Colgando ociosa, al viento,  de la percha de un mercadillo o comprimiendo unas nalgas de más de mediado el siglo: la rutina utópica de la faja, ay,   imposible desatino. Es paralizar la entropía, es poner lindes color carne y aún con puntillas orlado, a un océano embravecido, al magma irrefrenable del rotundo femenino o de cualquier arquetipo. Siendo la faja escultor burlado por riada de barro llovido, o arquitecto sepultado bajo su creciente edificio, la conclusión es clara: no hay corsé, ni hay justillo que hagan sentir como el talle libre bajo la seda del vestido.

OTRO CAPÍTULO

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  Por solo una rendija de aquel sucio ventanuco, entraba la vida cada día. Que si los preparativos ajetreados de la boda de la sobrina del alcalde,  por no mentar su preñez, fruto  de quién sabe qué verga brava y no del cornudo prometido; la discutida y pingüe herencia del panadero emigrado a Cuba en los 60 y asesinado ayer al alba en el centro de día; las violentas desavenencias de los Pérez por la custodia de sus gemelos; las bombas cayendo en racimo sobre cabañas o rascacielos atónitos... Con esas delicias humanas y otras más dulces, horneadas en mantequilla o untadas en mermelada de higos, se desayunaba a gusto la Gran Espectadora, bien apoltronadas sus grasosas y expandidas carnes en la negrura absoluta del universo. Ella no cambiaba de canal, ni de chat, ni de ventana o navegador para observar deleitosa el mundo.  Ella lo había creado y lo disfrutaba observándolo en movimiento libre. Lo reía. -¡Qué graciosos! Eructó y tiró de la cisterna. Ahora una siesta y por...

Paradoja tautológica

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Un parque en septiembre, Un reloj sin ritmo, un surco seco al sol, un bigote huérfano, un tampón menopáusico, un mar deshidratado, un desierto licuado: paradoja tautológica. Una incierta amiga, un placer doliente, un caramelo agrio de sal, una roca volátil, un ratón anodonto, una mente demente, yo sin circunstancias, avatares sin sujeto.

CARPACHO DE RÍO

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  Cuando desperté de mi mal viaje, el cabracho todavía estaba allí, conmigo _como dijo Monterroso. Y berreé que me quería, sin saberlo, en jaculatoria, cual revelación triposa. Luego, más tarde, me hablaría el pez de roca de su trinidad íntima,  de sus yos utilitarios: del punky desgarbado que no se cree romántico; del hijo de madre  que resulta polluelo respondón; del hombre que suena a vino  y sabe mejor que él; y acabaríamos jugando entre las flores blancas de Samos. Mil veces quise  desgajarlo de mi piel. Aún lo hago. Para que baile  entre las cuerdas afinadas  de sus guitarras, para que entone en alto sus canciones solitarias, para que pueble  de clones sus estancias desoladas; para que sea feliz dentro o fuera de mí. Pero no puedo o no quiero. Pero no puede o no quiere. Invadió mi vida y mi lavadora, hizo de mis bragas su bandera, clavó una pica en mi esperanza y ahí sigue, todavía. Quiero su lengua y la mía estofadas ebulliendo en el infini...

CARTÍLAGOS DE SAVIA

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  Ollas teflonadas me cocinan a fuego fatuo y tan lento, que no siento dolor, solo certeza. Urgencias programadas sin prisas, sin sirenas de alarmas afiladas: está ya todo dicho. Podría recitar mi futuro al acecho sin temor a errar ni un verso. Las vidas son los ríos... Oigo cómo se desliza la arena, grano a grano, por mis tripas asustadas y siento la artrosis de las ramas, hoja a hoja, como cartílagos de savia. Conozco senda y desafío, qué remedio que aceptarlos y mojarme en la inercia seca que cruje como paja en mis oídos. Mas sigo sin asumir el destino; me revuelvo en llamas sin voluntas y quiero ser alud de mi mañana escribiendo en pijama mi epitafio.

SIN AZOGUE

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  Esperando a que apaguen la luz, ataraxia sin remedio y con el fusil cargado. No hubo obra que encarnaras ni página que preñaras, ni vaina que te envolviera verde. Y en tu escenario, los fuegos de artificio explotan sin aviso y sin más colores que el chispazo negro que se queda desprendido, flotante. Nuevos vasos desbordan por salir, por respirar tu aire y fluyen fluidos de tóxicos flecos. Ellos sí luchan... Espectáculo del fin, sin más: manos cortadas de aplausos,  pies tajados de quietudes, ojos grises de sal.. El humo invade la sala, la pantalla, la retina,  y hasta el terciopelo rojo de butanas y de venas. Tú solo aspiras y exhalas, apagas y enciendes, apagas y enciendes, apagas y enciendes.