CARTÍLAGOS DE SAVIA

 



Ollas teflonadas me cocinan

a fuego fatuo y tan lento,

que no siento dolor,

solo certeza.

Urgencias programadas sin prisas,

sin sirenas de alarmas afiladas:

está ya todo dicho.

Podría recitar mi futuro al acecho

sin temor a errar ni un verso.

Las vidas son los ríos...

Oigo cómo se desliza la arena,

grano a grano,

por mis tripas asustadas

y siento la artrosis de las ramas,

hoja a hoja,

como cartílagos de savia.

Conozco senda y desafío,

qué remedio que aceptarlos

y mojarme en la inercia seca

que cruje como paja en mis oídos.

Mas sigo sin asumir el destino;

me revuelvo en llamas sin voluntas

y quiero ser alud de mi mañana

escribiendo en pijama mi epitafio.



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