LOS CABALLEROS LAS PREFIEREN MUDAS


 Rubia cabellera: 

estúpida cabeza.

Una huérfana es siempre 

la vulnerabilidad encarnada.

Las curvas traducen 

anhelado peligro centrífugo.

Lo sensible denota cohibición,

debilidad, casi ataraxia 

de hombros caídos;

y un escote... una V 

de voluminoso vacío por llegar.

Los caballeros las prefieren mudas.

Abierta sonrisa preludia felación orlada de borrón 

de carmín rojo.

Qué decir de un tambor

de nalgas al pasar... pues impide ver el todo y la nada circundantes.

Y si el metro veloz 

penetra en el ángulo

de tus piernas desnudas,

voladas de organza,

entonces los caballeros preferirán, 

por los siglos de los siglos,

tu cartel a tu alma.

Nunca apreciarán el sesudo papel que interpretas de ti misma,

tampoco tu exégesis de Chèjov en la Magda de Miller,

ni el compromiso político

en tiempos de aquelarres prohibidos.

De ti corearán 

hasta el paroxismo

un fútil happy birthday 

anecdótico

o el balbuceante pu-pu-pi-du

de tu boquita de fresa.

Los caballeros 

siempre las prefieren 

rubias, mudas y babeantes.











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